La vida es un riesgo, no tanto literariamente como literalmente
Por: Óscar González Ramírez
El título de este artículo hace honor a la agilidad mental de uno de los personajes que creó Fernando del Paso en su célebre novela histórica: Noticias del Imperio. Me permito la cita para replicar uno de los mensajes que el finado gran escritor, asumo, quería dejarles a sus lectores: a veces se pierde de vista la cercanía entre la realidad y la sabiduría popular. En el caso del tema que nos ocupa, es así: la vida misma es un desafío al ambiente que nos recibe, adverso en sí mismo, y quienes tenemos la audacia de vivir tenemos que asumir que eso conlleva riesgos de todo tipo.
Esto no es nuevo. En gran medida la historia consiste en la forma en que nos hemos organizado para sortear todos estos riesgos que amenazan nuestra permanencia como individuos y como sociedades. De la misma manera que las sociedades han evolucionado, los riesgos mutan y crecen constantemente; y nuestra manera de enfrentarlos, también. Sin embargo, a pesar de que son una constante en la vida humana, la atención que hoy en día dedicamos al tema no hace justicia a su importancia, que básicamente implica vivir más y vivir mejor; esta omisión produce lo que una vez le escuché a un Director de Agencia de GNP que comprende el tema como pocos: la negación de las consecuencias.
Por alguna razón, a pesar de que las páginas de la historia están llenas de episodios que retratan estos riesgos, parte importante de los individuos mantienen una actitud de negación de las consecuencias. Afortunadamente, la respuesta no es un misterio y nos sirve para abordar la situación: no es propio de la mente humana pensar que algo malo nos pasará.
La mejor forma de enfrentar este fenómeno es remitirse a la historia. Toda construcción social tiene como fin protegernos de este contexto adverso: nos juntamos en comunidades porque asumimos que como individuos no podemos protegernos de los peligros de la naturaleza; desarrollamos refugios y ciudades para protegernos de los peligros de vivir en sociedad; construimos sociedades más complejas que derivaron en la conformación de los Estados nacionales para protegernos de otras sociedades; en el marco de los Estados nacionales impulsamos la seguridad social como un derecho humano porque somos conscientes de los riesgos de las sociedades complejas; y finalmente nos encontramos en la cimentación de una comunidad internacional porque sabemos que los problemas actuales requieren de la participación de todos.
Es claro que los riesgos de distinta naturaleza forman parte protagónica de la historia de la humanidad. Sin embargo, la evolución de la forma de enfrentarlos muestra los límites que tenemos: siempre vamos un paso atrás. Confío en la capacidad de la mujer y del hombre para superar los retos del futuro; no obstante, en el intermedio tenemos a los seguros.
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